Queriéndote, desde hoy, en silencio. Tal como esa vez que entré en tu blog y el anzuelo de tus versos me hechizó. Y me zambullí en ellos soñándome el destinatario ensombrecido.
Nos conjuramos cuando apareciste en mi ventana. Guiada por la Luna. Custodiada por estrellas. Aullé para formar una manada y saltaste, como gata, a amasar mi insomnio. De la tumba fui hacia tus flores pero, a ojos cerrados, te herí deshojándolas: “Me quiere, no me quiere”...
Cuando lo esencial era ridículamente simple:
abrazarla más, perder en ajedrez,
verla sonreír y darle las gracias
(como si eso bastara para existir).
Imagen de @camillewitt_illustration
Cuando en mis palabras, razones y argumentos, me tropiezo, me entrampo y te alejo, creo que el silencio es la forma más honesta y limpia de quererte.
ResponderBorrar