Vengo adquiriendo, regularmente, un medicamento para dormir que se vende como pan caliente, por efectivo y barato. Y hoy, la químico farmacéutica que me atiende siempre, me preguntó si lo tomaba solo yo. “¡Claro que no! -respondí-. Le convido a familiares también con insomnio”. Asintió sin convencerse, para luego explicarme que su consumo excesivo puede afectar la memoria. “¿Y usted -pregunté- le hace al...?”. “¡Claro que no! -respondió-. Practicando yoga induzco el sueño”. Inmediatamente, una señora en la fila, impaciente, muy mosqueada, nos comenta que esta es la tercera vez que nos escucha repetir la misma conversación desde que llegó.
Canción “La pastilla de tus sueños, Pt. 1” - Epilogio