martes, 23 de julio de 2024

No recuerdo si este microrrelato lo había publicado

Vengo adquiriendo, regularmente, un medicamento para dormir que se vende como pan caliente, por efectivo y barato. Y hoy, la químico farmacéutica que me atiende siempre, me preguntó si lo tomaba solo yo.  “¡Claro que no! -respondí-. Le convido a familiares también con insomnio”. Asintió sin convencerse, para luego explicarme que su consumo excesivo puede afectar la memoria. “¿Y usted -pregunté- le hace al...?”. “¡Claro que no! -respondió-. Practicando yoga induzco el sueño”. Inmediatamente, una señora en la fila, impaciente, muy mosqueada, nos comenta que esta es la tercera vez que nos escucha repetir la misma conversación desde que llegó.

Canción “La pastilla de tus sueños, Pt. 1” - Epilogio

domingo, 21 de julio de 2024

La Muerte

Encontró una carta del tarot. Jovani, sin voltearla, la guardó en su bolsillo apolillado. Más adelante estaba un indigente sin piernas, misma avenida que Jovani recorría buscando trabajo. Y justamente pasando frente a él, Jovani pisó mierda. Frustrado, se rindió. “No se ofenda -dijo Jovani- pero quédese con mis zapatos. Véndalos”. “Tampoco se ofenda -respondió el indigente- pero quédese con mi guitarra: con ese corte de pelo militar no lo imagino usándola”. Mas Jovani, de adolescente, soñaba tocar boleros en público. Y de inmediato se aventuró, ganando plata como hacía mucho que no.

No necesitó comprobar qué carta se encontró.

miércoles, 17 de julio de 2024

Días de andar medio muerto

Me levanto del banco de la plaza y una mano, la del mendigo (que evitaba), reposa en mi muslo invitándome a quedarme. Se la tomo y aparto. "¡La tienes congelada!", dijo. "El invierno”, respondí yéndome. Presuroso, el extraño se me cruza. Le doy monedas, estirándole mi brazo. Con determinación, el mendigo agarra mi muñeca y se pega a mí. "¿Será solo por el invierno?", preguntó... Entonces, lo abrazo y confieso que desde que ella decidió dejar de buscarme; evito los espejos, me pierdo en las calles, los niños me miran asustados y en la casa los perros me reciben aullando.

sábado, 6 de julio de 2024

El plato

Primera parte

¿Qué te pasó, Iván? Esperaba encontrarme un cura, pero me abre la puerta un hippie. No desarreglado, no, ordenadito: empezando por su conocimiento sobre distintas corrientes espirituales. Sonrío y le digo que lo imagino desparramando su fe en cualquier cosa. “Exacto”, responde. “Como en este plato: te puede salvar la vida. Pero no es el plato, es tu fe canalizando. Así lo atraes, trabajan juntos, entregándole un poder que viene de ti". Después, me pide subir a una bicicleta sin frenos que tenía. Y agrega: “Pedalea hacia esa pared y, sin parar, ten fe que no te estrellarás contra ella”. 

Segunda parte

"Hombre de poca fe", me dirá culpándome cuando me vea estampado como mosca. ¡No, no me estrellaré contra ella!, me repito conforme aumenta mi pedaleo. ¡Verdad, el plato! Mis esfuerzos no deben estar puestos en la pared, sino volcados en la bicicleta, el instrumento para expresar mi fe. ¿O en un plato? Bien, pongámonos raros, qué más da. ¡Pero con fe! "Hombre de mucha fe", me diría Iván, pues ¿cómo podría salvarme un plato? Justo entonces me pego un tortazo, leve pero tortazo: no con la pared, sino que con un camión que salió de la nada y transporta vajilla. 

miércoles, 3 de julio de 2024

El último arconte

Cercanos al afelio, los humanos, quienes básicamente oscilamos entre euforia y desesperanza, nos arreglamos para seguir moviendo los engranajes del mundo mecánicamente. Para sacudirnos la apatía, nos informamos de noticias infaltables (y que hacemos virales), sobre delitos, crímenes, guerras; aumentando el terror a que el Reloj del Apocalipsis marque la medianoche. Entonces, nos emborrachamos y drogamos para que, sufriendo, olvidemos que sufrimos. 

El día del afelio, apareció en los cielos una mano colosal que, por empuñarse antes, casi atrapa al planeta. Era la de un arconte, extraterrestre que se alimenta de nuestras aflicciones. Y crece. Y en profundidades cósmicas, espera.

domingo, 30 de junio de 2024

Reina de Oros & As de Oros

Este tarotista, con años de circo, o sea, llevado a sus ideas, observaba esas cartas, Reina de Oros y As de Oros, que su clienta, a todas luces, las intuía brillantes. Pero el tarotista las juzgaba una equivocación: ¿Cómo esta mujer, tan mal de salud, tenía sellado en su destino sobrevivir? “Le irá bien”, respondió mintiendo. Sin embargo, para demostrarse que no estaba equivocado, empezó a seguirla a escondidas por semanas, esperándola a la salida del hospital.

El día en que ella, por primera vez, abandonó el recinto riendo como nunca, el tarotista lo entendió: las cartas no se equivocan.

sábado, 22 de junio de 2024

San Expedito

Darío iba quedándose ciego y no había cura. Aunque para su hermano, un creyente, sí: y le inundó su pieza de cuestiones místicas, sagradas, religiosas, suponiendo que, entre tanta cosa, alguna ayudaría. Pero Darío, un ateo declarado, las mandó a sacar. Luego, entregándose al sueño, pidió en su corazón solo tener más fe para sanar.

Cuando fue recuperando la vista, se dio cuenta que olvidaron retirar una estampita de San Expedito.

Hoyxhoy, Darío relata, ante todos, que una explicación lógica-científica debió mejorarlo. Pero ante nadie, estando solo, y por si las moscas, agradece a San Expedito por el favor concedido. 

jueves, 20 de junio de 2024

Una historia diferente

Descansando del peso del mundo (curioso, porque pesa más lo que no tengo, lo perdido) una abuelita se sentó a mi lado en el banco de la plaza. “Hijo, para aligerarte, tienes que escribir. Pon de cabeza el abismo, echa afuera y que caiga lo que tenga que salir”. “Ya agoté todas las historias”, respondí. Entonces, me pasó cuaderno y lápiz, y me pidió seguirla a casa. Por el trayecto, que no conocía, mi mente vagaba entre preocupada e ida: no iba pendiente de nada. Nomás quería llegar. Al hacerlo, me preguntó cuántas historias se me ocurrieron por el camino.

martes, 18 de junio de 2024

El terapéutico

Tal como vienen encadenándose los problemas diarios, un Jason inconsolable e insomne se balancea entre lo onírico y lo mal llamado real. Así, se reacomoda en la cama. Su mano queda colgando y una cosita, peluda y esponjosa, se acomoda entre sus dedos. Lo acaricia. “Hola, Moflete”, dice Jason. “¡No soy el perro!”, le responden. El duende continúa: “Aunque agradezco tu cariño. Si me permites seguir escondiendo cosas, te dejaré en paz”.

Al otro día, ni padre ni hijo menor recordaron a dónde habían dejado la rabia mutua que se tenían. Y la mamá, ni la enfermedad ni sus lágrimas. 

lunes, 10 de junio de 2024

No existe

El hombre que no existe trabaja en un trabajo que no existe. Muchas veces se frustra, pues con el sueldo que no existe, aporta lo que no existe para su casa que no existe.

Entonces, se promete y somete a una meta que no existe (porque ahí está la felicidad que no existe), para obtener y recuperar lo que no existe.

Una noche espectacularmente estrellada que no existe, un fantasma viene a espantarle su sueño que no existe, encontrándose, en cambio, al hombre que no existe escribiendo sobre lo mucho que su amor existe para la mujer que no existe.

Canción "Me encuentra" - Leonel García

sábado, 1 de junio de 2024

Cuando me llueve

En mi charco interior, tus ojos se reflejan. Otros pasos revuelven el agua, hojas caídas se acumulan, pero tus ojos se reflejan. Inclinándome hacia adentro, esta poza o espejo que, quebrándose, cayó a tierra tras pasar un avión, me devuelve imágenes, destellos del pasado: tú cantándome al teléfono, indicándome las constelaciones, encuadrando los atardeceres, tú empacando cosas... Este otoño, las noches se apuran por remolcar al Sol y meterme el sueño a cucharadas por los ojos, ignorando que mi insomnio tiene luz propia, pudiendo ver así tu ausencia, excepto en mi charco interior en donde tus ojos todavía se reflejan.

Canción "Hoy llueve, hoy duele" - Alejandro Sanz

martes, 28 de mayo de 2024

Ha llegado carta (7)

El invasor

Señor Dardo, vivimos en bloques sociales, sabe lo delgada de estas paredes y la mía, que retumba cuando usted empieza a gritonear y dar portazos. Cuestiones que he tragado callado. No, no sabe nada. Soy más consciente que usted de cuántas veces le ordenaron sus padres que aporte, se haga un tratamiento o se largue. Entonces, no habiendo cambios, hice el favor a su mamá de romper la puerta y también un palo de escoba en su cabeza, don Dardo, cuando más la atormentaba. Yo tampoco sé nada. Debí golpearle el corazón y desentumecerlo, con la esperanza que aprenda algo.

P.D.: No le voy a pagar ni un peso por su falta de empatía. 

El invadido

¿Quién chucha golpea así a la puerta? Nunca le he hecho nada, aparte de la ensalada de combos que se comió anoche: mi puerta por su hocico. Por lo menos la puerta algo se salvó, pero de sus dientes no podemos decir lo mismo. Sapo, además, escuchando conversaciones ajenas. Yo con suerte sé que se llama Justo, pero inJusto deberían decirle, el maricón que se mete con familias vulnerables. ¡Sé que tengo un problema! ¿Y sabe quién más? Un esquizofrénico: ¿le rompería la puerta para darle un escobazo por su enfermedad? Yo soy la víctima aquí. Yo soy el drogadicto.

P.D.: Entonces págueme con su cilindro de gas. Robé el de mi casa.

sábado, 18 de mayo de 2024

El tren que parte


Antes de partir y asomado por la ventanilla del tren, el maquinista, con un vozarrón, sacude anímicamente a los poquísimos pasajeros del andén. Entre ellos, despabila a un adolescente, con la cabeza conectada al celular, para que aproveche para conversar con su abuelito, pues podría ser su última vez. Es que el maquinista donde pone la intuición, planta el grito: “¡Señorita pelirroja, abrace al niño! Él estira sus manitos cuando su acompañante lo toma en brazos, y usted lo ignora. Oiga, podría ser su última vez”.

Muchos entran al tren sollozando, mientras el altoparlante invita a abordarlo por última vez.

Mi aporte para El bic naranja

domingo, 12 de mayo de 2024

¡Vamos que se puede!

El hombre abre el clóset y, nuevamente, un polvoriento portatraje en el perchero (guardado para un lanzamiento que nunca llega), se mece deseoso por estrenarse. Pero el hombre, extrayendo su uniforme de barrendero, le explica que hoy tampoco será: cada oportunidad termina en portazo y el bloqueo es constante.

Al volver, guardando su uniforme, el portatraje, frustrado, se abalanza sobre el hombre y lo viste contra voluntad. Los pantalones lo encaminan al notebook. Las mangas, apoyan sus manos sobre el teclado. Y en la pantalla, una sugerencia:

"Escribir sobre lo mal que te ha ido siendo escritor, sigue siendo escribir".

viernes, 10 de mayo de 2024

El bendito entre los malditos

En el semáforo, se agacha y abrocha sus zapatos. Pero una niña, a su lado, cruza apenas la luz cambia a verde. Es por esto que no fue atropellado, tal como ella sí. Continúa, atravesando la espesa noche y un barrio peligroso. Para su mala suerte, hay un tiroteo. No, para mala suerte de un adolescente que, buscando refugio, recibe una bala loca. Finalmente, llega a destino, encontrándose la casa despojada por carabineros de armas, dinero y droga: ¡excepto la que venía a comprar! Se lo merece, le costó ganarse la plata vendiendo la olla que robó a sus papás.  

domingo, 5 de mayo de 2024

Despierta

-¿Cuánto falta? ¡Muero por un celular! 
-Parecen guagüas de pecho.
-Mejor, iría durmiendo, amamantando feliz. 
-Hija, a mi edad sale puro polvo.
-Hermana, vamos en una nave espacial. 
-¡Es un auto, tonto! 
-Tonta, fíjate: todo a oscuras, acostados, mirando al cielo, apilados en cápsulas.
-Apilados quedamos porque el auto se volcó. Mami, después maneje usted, mejor... ¡Mami, ¿y las ventanas?! Donde palpo toco madera. 
-En mi cápsula también, papá.
-¡Enzo, di algo, vamos!... No, no llores, amor... ¡Niños, escúchenme! Su papá ajustará unos detalles y echaremos a volar. 
-Mami, ¿y podré abrir una ventana? ¡Muero por un poquito de brisa! 

viernes, 19 de abril de 2024

Oración para el mal pero por mejor

Peinando a su hijito Damasco, la mamá le desea que, ojalá, se esguince el otro tobillo.  El niño asegura que con una muleta basta, no quiere otra. “Ese accidente te pasó”, aclara ella, “porque antes pedía por tu bienestar”. ¡Pero la vida es pura ironía, psicología inversa! “¿Sabes dónde están esas madres que encomendaban sus hijos a Dios; esos que eran sanitos como una taza de leche? ¡Llevándoles flores a sus tumbas! Antes que enterrarte, te prefiero un tiro al aire: malo, delincuente, drogadicto. Pero longevo”.

Damasco, yéndose al colegio, es despedido por la mamá con un sonriente “¡Te odio!”.