viernes, 19 de abril de 2024

Oración para el mal pero por mejor

Peinando a su hijito Damasco, la mamá le desea que, ojalá, se esguince el otro tobillo.  El niño asegura que con una muleta basta, no quiere otra. “Ese accidente te pasó”, aclara ella, “porque antes pedía por tu bienestar”. ¡Pero la vida es pura ironía, psicología inversa! “¿Sabes dónde están esas madres que encomendaban sus hijos a Dios; esos que eran sanitos como una taza de leche? ¡Llevándoles flores a sus tumbas! Antes que enterrarte, te prefiero un tiro al aire: malo, delincuente, drogadicto. Pero longevo”.

Damasco, yéndose al colegio, es despedido por la mamá con un sonriente “¡Te odio!”.

miércoles, 10 de abril de 2024

Celine Dion - Because you loved me

-Jan, ¿todavía escribes en esa servilleta las razones porqué terminaron? El universo te manda otro motivo: Azalea. Sin fijarte mucho, fíjate. Se ve toda acaramelada con el mismo tipo con quien paseó ayer por ese boulevard exclusivo... Después te sorprendes que ella no haya querido turistear en tu barrio peligroso. ¿Pretendías hacerla cruzar la ciudad para comerse un huevo duro en un parque que te gusta a ti nomás? Además ¿qué tanto te quería si nunca viajó a verte? ¿Qué podrías agradecerle?

Entonces Jan, en la servilleta donde anotaba reproches hacia Azalea, le respondió escribiéndole el título de una canción.

sábado, 6 de abril de 2024

Caparazón

Fiesta en casa y Junior, escolar, nuevamente se encierra en el closet. Se apoya contra la puerta. Del otro lado, compañeros burlones patean el mueble. Junior, tanteando, encuentra un libro grueso. Sin pensarlo, abre y alza el ejemplar. La obra es un diario de vida de hace un siglo. Junior, viéndose corpulento, amenazante, logra espantarlos. Vuelve al closet y lo hojea: trata sobre Marti Caffi, un mendigo olvidado, incomprendido, que abre su caparazón por última vez a quien sea que quiera leerlo, hacerse de compañia. De nuevo patean el closet. Junior, sonriendo, abraza a su nuevo amigo cien años después.

sábado, 23 de marzo de 2024

Nos convertimos en lo que vemos


En el casco histórico, una muralla da testimonio que, alguna vez, fue una iglesia. Y, como muchas u otras tantas edificaciones cercanas, no resistió uno de los pasos del tiempo más breves, más miserables pero, también, más signficativo o traumático: el del humano. Lo curioso, es que no tiene placa conmemorativa que la atrape en el ayer. Así, los que se acercan a verla, no hacen suyo un dolor ya sufrido, no se reducen a reciclarlo, a que revista al corazón para empequeñecerlo. En cambio, verán que esta muralla habla de otra, una expansiva, La Gran Muralla de Hércules-Corona Boreal.

Mi aporte para El bic naranja

viernes, 22 de marzo de 2024

A veces toca perder y ya está

Cuando preguntaban por la publicación del libro, respondía “a punto de salir del horno”, ignorando que, pareciera, operaba así esta editorial: se incendió y carbonizaron mis copias. Perdí mi mano derecha. De puro frustrado, puse patasarriba mi casa, botando la jaula y liberando a mis amados agapornis, que emprendieron vuelo. Luego, perdí la capacidad de echar a volar mi imaginación. Como mis amigos evitaban que les contara estos dramas, perdí el saber expresarme. 

Una mujer que me quiso mucho, pregunta por chat cómo estoy: difícil saberlo con la parte del corazón que perdí, la parte que se fue con ella.

viernes, 15 de marzo de 2024

Solo Ida

¿Te llevaste a Zenet Contigo? Su canción desea que le demos cuerpo bailándola: únicamente me abraza la almohada. Con tu ausencia tan reciente que puedo escucharla respirar.

¿Y si no te fuiste? Te bajaste en los Andes y, vestida por la nieve, sueñas que Chile te pide matrimonio. El atardecer sueña que se crea por soplarle a tu pelo. Sueño que la noche te traerá en mi insomnio de tanto mirar la Luna.

¿O dejaste un cajón abierto en tu lugar? Me revuelco entre tu literatura reposada, sensible, tú, amada y perdida, pero encontrada en los recuerdos de Zenet Contigo.

Canción “Contigo” - Zenet

jueves, 7 de marzo de 2024

Los narcisos

Esta familia fea despertaba compasión: eran los del techo destartalado, la jauría, el jardín seco, los de los cachivaches rescatados de la basura. Insólitamente, su barrio, (correcto pero aburrido, excepto por el griterío de esta familia fea a quienes creían locos), atrajo a turistas ávidos por pagar, documentar y romantizar realidades pintorescas. Así, la Directiva de Vecinos engordó sus arcas. Poco les duró: las visitas fueron disminuyendo, pues esta familia fea empezó a sanar por dentro y por fuera, plantando, primeramente, narcisos en su antejardín. Ahora, los vecinos que antes los compadecían, son familias feas tentadas a romperles esas flores.

jueves, 29 de febrero de 2024

2020 - 2024

Dicen los que saben que mudamos de piel cada 28 días. Esa es una fase. Y es todo un mes de febrero, salvo si contamos los bisiestos. Estos últimos cuatro años, João pareciese que alcanzó la cima de las pérdidas. Es como si la piel de una antigua vida, que le ha engrosado la existencia con bienes materiales y experiencias, quedara a sus pies y él, desnudo, casi, deba ir a encontrarse con el mundo de nuevo. Esa es otra fase.

¿Será que el próximo bisiesto perderá las ganas de seguir adelante? Ojalá, de ser así, solo sea una fase.

domingo, 18 de febrero de 2024

Ida & Vuelta

Volverás, salinizada, cristalizada, por el mar en tu piel. Y la Luna se reflejará paseándose como gaviota plateada sobre tus ojos azules, creyéndolos torres de Hércules.

Volverás, aunque, primero, desenrrollarás la alfombra roja hacia tu nueva casa para, después, aquí, al regresar, recuerdes cuando hacías hogar con tu cabecita en mi pecho. Entonces, quizás, la lluvia del norte contenida en tus lagrimales, llorará, dejándote escuchar mi soñado "Quédate"... Pero se impondrá tu olor a tierra húmeda: en tu abrazo siempre abracé la Galicia que reclama su camelia. 

Chegarás con morriña da túa terra. Tal como eu teño morriña do teu corpo.

sábado, 10 de febrero de 2024

Codi

Todavía con edad avanzada, el viejito sabía imponerse. Alguna vez fue el macho dominante, el guardián de la familia, de lo que poco y nada recuerdo cuando, tiernamente, observaba su esmirriada sombra paseando y tropezándose, aunque, tal como en sus mejores ayeres, siempre de punta en blanco, pues se resistió a perder la elegancia. En cambio mi padre, con quien entretejió una amistad por años, sí reconocía esa imponencia del viejito cuando este, con una mirada, le silenciaba las rabietas. Lo ponía de buen humor. Lo consolaba, incluso. Y sin decir nada. Tal como partió esta tarde. Ni un ladrido.

jueves, 8 de febrero de 2024

Los atípicos

Último día juntos y quisieron regalarse, el uno al otro, los colores que más gustaban atesorar. A ella, que la remueven los atardeceres, pidió que abriera la cortina; encontrándose el hombre el cuadro de un ocaso ardiente, pintado por alguna divinidad celestial (conforme el atardecer caía sobre el mundo, a él le bajaba por el cuerpo coloreándolo). Y el hombre, un embobado de las estrellas, pidió que cerrara los ojos para describirle fulgores de astros, nebulosas y galaxias que trascendieron el espacio-tiempo e iluminaron el pecho de la mujer. 

Todos tenemos luces y sombras. Ellos prefirieron quedarse con las luces. 

domingo, 4 de febrero de 2024

Sin vuelta atrás

Antes de irse, sin vuelta atrás, ella le entregó un espejo de mano. “Ellos tienen memoria” -afirmó la mujer-. “Si repites las palabras que yo más dije reflejándome en él este último año, el espejo te devolverá mi rostro, porque le harás creer que soy yo”. Pero el otro le contestó que “ya poco me interesabas para que recuerde eso, no te extrañaré ni te estaré invocando”.

Tiempo después, cuando el hombre lo había olvidado, tomó ese mismo espejo y, frente a frente, se sinceró: “No conozco peor soledad que esta. Debería hacer algo”. Entonces, justo ahí, le pareció verla.

miércoles, 31 de enero de 2024

El trapecista y la mujer-bala


Marieta, la mujer-bala, vomitó en su remolque la mitad del corazón, confirmando que renunciaría. Era infeliz y su corazón abandona lugares donde ella no es querida. Sus arcadas despertaron a Paquito, trapecista del remolque vecino. Escuchándola, lo supo: él pasó por lo mismo. Era infeliz y su corazón abandona lugares donde no confiesa sus sentimientos.

Llevando la mitad del corazón por delante, Marieta voló del cañón y atravesó la carpa. Entonces lo divisó: llevando la mitad del corazón por delante, Paquito, que había amarrado la escalera de trapecio en la Luna para darse un súper impulso, la interceptó y conectaron.

Imagen de Atrapalabras

sábado, 20 de enero de 2024

La partida de la pleyadiana


Apenas escuchaba ese acento extraño, corría hasta el mostrador del negocio de la mamá para observar a esa belleza rubia que lo idiotizó. Jomarcito, ufólogo en ciernes, la amaba empezando por su nombre: Alcyone. “No puede tener ojos más azules, ser más bondadosa, o de este mundo”, comentaba a su madre. 

Pero Alcyone estaba de paso, volvió con el ex y desapareció.

Una noche, la mamá acompañó al hijo a mirar el cielo. “A lo mejor regresó a las Pléyades”, dijo la mujer. Entonces una lágrima rodó por la mejilla del niño, coincidiendo con la caída de una estrella fugaz. 

jueves, 18 de enero de 2024

Una tarde de domingo en la plaza

Jacinto, un jubilado de 83 años, recientemente viudo, decidió leerse las cartas gratis con un tarotista que estaba sentado, como siempre, unos bancos más allá; alguien que aproximaba su edad y soledad. Sobre todo soledad, pues nunca se le acercaban clientes. No era de extrañar: el supuesto vidente las erraba todas. Pero, con tal de retener a Jacinto, su única compañía en años, el tarotista le auguraba mañanas esperanzadoras. Y Jacinto, a su vez, le desmenuzaba detalles falsos pero asombrosos sobre su vida, para que la sesión no terminara nunca. Se mentían, pero algo debían estar haciendo bien, porque sonreían. 

miércoles, 10 de enero de 2024

Soñadores compatibles

Escapando de su sofocante madriguera, un erizo, emocionado, eligió la copa de un árbol como hogar. Días después, pidió ayuda a una serpiente cercana para bajarse. “Pero te cargaré en mi hocico”, advirtió la serpiente, “¿no temes?”. “Tanto como tú si se me tensan las púas”, contragolpeó el erizo. Rieron. Descendiendo, y gracias al cuidado mutuo por no lastimarse, cupido los flechó... Pero naturalmente el instinto se impuso y la serpiente intentó deglutir al erizo; provocando, este, desplegar sus púas, escapar y subir al árbol. “¡Perdóname!”, gritó la serpiente. Y, apenada, se retiró. El erizo se quedó mirando el atardecer.

jueves, 4 de enero de 2024

Otro año

“Ya Fortunado, juguemos de nuevo. Vaya por la pelotita”. La mamá la hace rebotar en la cabeza del niño y él, que creyó dormir mucho porque cerró los ojos un poco, despierta. Con el impulso, la pelotita, rebotando, cae escalera abajo. El hijo, en pánico, intenta atraparla en el aire. Pero no alcanza. Y desde el primer escalón debe subirla de vuelta, para entregársela a la mujer que lo anima con un: “¡Sí, sí, Fortunado!”. Un año después el preadolescente, reventado, asciende los doce escalones. “Fortunado -dice la mamá- es jugar o matarse”.

Y la pelotita, rebotando, cae escalera abajo.