65 millones de años después, otro meteorito vino en colisión directa a la Tierra. Como nunca antes, las potencias mundiales acordaron trabajar por algo en conjunto: golpearon a Bennu y desviaron su trayectoria. Ese día fue un éxito, y nos abrazamos sin importar nuestras diferencias.
A la mañana siguiente, un país se atribuyó el logro mayoritario. Y otro país le corrigió. Y otro país llamó a la calma. Pero desestabilizaron a ese país que buscaba ejercer como juez, y ninguno lo reconoció pero todos se culparon entre sí. Y se empezaron a atacar, primero con palabras y luego con bombas.