Un grito desde el baño. Al llegar los padres, encontraron a Ignacia -la oveja negra, la hambrienta por crear conflictos, romper la armonía- sentada junto al inodoro con la tapa abierta. Llorando, confesó: “No sabía que estaba embarazada”. El padre les recomendó no manipular a la criatura hasta consultarlo con un médico.
La madre se animó a mirarla. Lo que flotaba en el agua tenía una boca con dientes afilados. Sonreía. Entonces, una certeza la impulsó a meter la mano y llevársela, tirándola al jardín. Lo que sea que cayó ahí se adentró en la tierra. Las flores se estremecieron.
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