miércoles, 30 de octubre de 2024

Cualquier día puede ser martes 13

Josías, el desempleado, descansa en una plaza cuando ve unos billetes esparcidos por el suelo. Sin pensarlo, ayuda al afligido hombre a recogerlos el que, agradecido, le ofrece trabajo con posibilidades ambiguas de ser ciertas. “Mientras tanto, ayúdame: quédate el fajo. Lo podemos multiplicar, salir ganando los dos. Todo es legal. Aunque si caes, caes solo. Te contactaré”. Y desaparece. Sin embargo, Josías prefiere dejarle la plata a un mendigo, quien resulta ser un policía encubierto en una misión. “¡¿Pretende comprarme?! ¡¿De dónde lo conoce?!” Josías corre hasta otra plaza. Sentándose, cree haber pasado lo peor.

Lo caga una paloma.

viernes, 25 de octubre de 2024

(NO) Como la vida misma


Un escolar llega contando que su tarea se la comió un cocodrilo. No, no un perro. Lo deletreo: co-co-dri-lo. Todo porque toma atajos por un pantano para no llegar tarde al colegio (la de levantarse temprano no se la sabe, parece). Esta vez la mochila se desfondó y al agua cayó su cuaderno de matemáticas. Entre otros. "¡Excepto el que usa para escribir microrrelatos!", afirma la profesora. El escolar sonríe. "¿Qué es tan chistoso? ¿Ah? ¿Acaso me cree tonta, Julio David?". "No. Lo que pasa es que después de tanto, al fin puedo contar una historia con un final feliz".

Imagen de Atrapalabras

miércoles, 23 de octubre de 2024

Y vendrán plácidos domingos

Irónicamente llamado Plácido Domingo, este revoltoso martes en la madrugada, tras meses en la misma, ahora no iba a ser distinto armando sus escándalos, arrancando costras pasadas para revictimizarse, insultando, culpando a los padres por drogarse y autodestruirse. Aunque, esta vez, a Domingo lo arrestaron, ¡aleluya!, por ruidos molestos.

Camino a la patrulla, unos vecinos aplaudieron y pronto hizo ovación todo el barrio. La noticia se viralizó y hasta los astronautas de la EEI celebraron aplaudiendo. Es más, el primer mensaje oficial extraterrestre recibido por la humanidad, nos llegó ayer: desde la galaxia Andrómeda nos dieron las gracias por callarlo.

martes, 22 de octubre de 2024

La manivela

Nunca reparé en la manivela que sobresale de la pared en un pasaje, hasta que vi a un tipo moviéndola a medianoche. Me miró sin inmutarse. Tampoco me inmuté, pero por no saber cómo reaccionar. “Si te explico, no te asustarás”, dijo. Me acerqué. “Cuando giro esta manivela, doy cuerda al mundo. Lo hago girar, también”. Jugando, le pregunté si acaso cuestiones como el sufrimiento, con todas sus caras, persiste gracias a esto. Se encogió de hombros, para luego afirmarme ser Dios y que solo hace su trabajo. Entonces, arranqué el aparatito de la pared y lo agarré a manivelazos.

lunes, 21 de octubre de 2024

Perdonémonos

Seguiré pensando que te quiero, como cuando fuiste huésped en mi cuerpo y yo lo fui en el tuyo. ¿Pensándolo? Más bien sintiéndolo, hasta que la realidad se imponga en mi cansado, ojeroso, trasnochado sentimiento. Igual, para vencer distancias, me receto atardeceres que te acercan y veo azules pues, invariablemente, me llevan a tus ojos. 
 
A veces puedo con tu ausencia materializada en esta taza de té envuelta por mis manos, pero ¿qué hago con este "perdonémonos" atorado? Tal vez escribirlo, que añeje como el vino y, ya reposado, nos muestre una reconciliación nueva que nos alegre con pequeñas alegrías.

jueves, 17 de octubre de 2024

La cuerda blanca poseída


Donato, mi hermanito, se sabía un gran curioso, un ardiente aventurero, hasta que encontró una cuerda blanca que lo obsesionó, trastornó. 

El absurdo llegó cuando, amarrándose los pies a una viga, se lanzó sobre la mesa. Tendido boca abajo, arrasó con la comida. “¡Me siento vivo! ¡Quiero más!”, gritó. Emputecido, me subí a desamarrarlo. Mis papás conmigo. Donato nos insultaba pero, pronto, viendo nuestro sufrimiento, él mismo aflojó el nudo y cayó al suelo. Al incorporarse, un hilo de baba proveniente de arriba se posó en su boca. Entonces, alzamos la vista: un hombre, ahorcado, colgaba de la misma cuerda.

martes, 8 de octubre de 2024

Este microrrelato se cancela

Hoy, ocho meses después, mientras el elenco del microrrelato ensayaba, el protagonista llega tarde al set y, por diversión o maldad, arma un avioncito con mi guion y lo tira lejos. "¡¿De nuevo voy a interpretar al nostálgico quejoso?! -gritó-. ¡¿Sabes que puedo -y necesito- explorar otros temas, otros papeles?!". Agarra mi taza de té, afortunadamente tibia, y la vacía en mi cara. "¡Anda! ¡Ela xa non te quere! ¡Esquecela!". Exhausto, se sienta en el escenario y agrega: "No puedo más con este dolor".

Nadie supo si hablaba del personaje, de sí mismo o de sí mismo y de mí.

Ocho meses desde Los atípicos

lunes, 7 de octubre de 2024

No hallar los versos que nos contengan (y retengan)

Primera vez desnudos, como las palabras que nos convocaron, y nos revolcamos para abrazar toda diferencia, material morboso de tanta novela romántica. Afuera, la tarde caía ahogada sobre un mundo enmascarillado. Adentro, nuestro amor tomaba aire.

Besé esa lágrima rodando por su nariz vanidosa y respeté lo que callaba. Y así, callada, se inclinó invitándome a crear un Big Bang humano...

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Pero espera, ¿te acuerdas? ¿Dándole voz a los cuerpos sobre el sofá y la mesa o conociéndonos mejor al mirarnos? 

¡Ay soledad mía! Vivimos lo mismo, pero por solo registrarlo yo, donde termina mi memoria, no empieza la tuya.

sábado, 5 de octubre de 2024

Martes 5 de octubre de 2004

Limpiándose, ella, la última lagrimita del día o la vida, encuentra en la cocina, instalado en la mesa, a Jesucristo. Sin apariciones dramáticas porque, sin más espectadores, ¿pa qué? La invitó a sentarse como si más que Jesús, fuera Pedro por su casa. “Tanto pediste por mí, dijo Jesús, que aquí me tienes. Vamos con tu trámite, ¡PERO ANTES! -y no es excusa, lo juro por quien tú sabes-, tráete dos vasitos con agua para amenizar la conversación”. La mujer, sospechando, le advirtió que lleva 20 años sobria. Entonces Jesús, abalanzándose sobre ella, le exclamó: “¡Enséname a hacer ese milagro!”.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Otra Luna

Un jovencito se acerca a uno de los amigos de su papá y le pregunta por qué lleva tantas noches sin salir a mirar las estrellas o por qué no ha usado el telescopio que se compró. “No necesito usarlo. La Luna que quería estudiar, con la que buscaba relacionarme, era la anterior, no esta”. El muchacho, sin entender mucho, dice: “Yo siempre veo la misma”. “Quizás para ti -le responde-. Pero hay una Luna para cada corazón. Y la que tengo sobre mi cabeza, desde que estoy solo -se inclina susurrándole-, no es la misma Luna que me quiso”.