Los abogados prefieren no ahondar en detalles para no enredar y alargar todavía más el juicio. Por consiguiente, a estas alturas, ya no se presentan nuevas pistas. Hay evidencias de sobra tanto para condenar como exculpar al acusado. Finalmente el juez le dice al sospechoso:
-No tenemos cómo saber si usted es el homicida, sin embargo ¿deseó la muerte de la víctima?
-La verdad, sí.
-Entonces es culpable, porque cuando deseamos algo con todo el corazón ese propósito se materializa, puesto que el universo conspira a nuestro favor. Lo condeno a que de ahora en adelante piense puras cosas lindas.