domingo, 26 de agosto de 2018

LuzdeLuna


Creyendo que la luz de la luna puede ser atrapada, Lidia colocó un frasco en el jardín. Al no ver resultados, lo llevó al colegio y explicó a su única amiga sus intenciones. La compañera rió tan fuerte que pronto otros se sumaron y todo el curso se burlaba de Lidia. Esa tarde tiró el frasco a la basura. Los días continuaron indiferentes y grises. Hasta que, una mañana, el compañero que le gustaba empezó a llamarla dulcemente “LuzdeLuna”. ¡No lo podía creer! Esto la convenció de que no hay imposibles y volvió a poner un frasco en el jardín.

Imagen de Diana Toledano

jueves, 23 de agosto de 2018

Ha llegado carta (4)

Amado:

He llorado mucho, pero tranquilo: lloro de felicidad al saber que viví la vida que quise. Perdona que mi enfermedad me haya hecho ausentarme de ti este último tiempo. Pero es bueno, creo yo, que te vayas acostumbrando a mi ausencia. No creas que te aparto porque ya no te amo. Te aparto, para que no olvides que después de mí, la vida, generosa, continúa en otras cosas que también amas; en tu trabajo, en tus amigos, en tus paseos por el campo. Vive intensamente. Vive para que permanezca latiendo tu corazón. Vive, pues en tu corazón yo seguiré viva.

Amada:

Ciertamente soy un agradecido del trabajo, los amigos y los paseos por el campo. Pero soy feliz no porque haga estas cosas: es porque puedo hacerlas sabiendo que estás conmigo y que al final del día tengo tu cabecita sobre mi pecho. Y amo tus canas tanto como todavía amo en mi memoria tu pelo negro. Envejecen nuestros cuerpos, mas yo te amo renovadamente, siempre, por primera vez. Y si de joven deseaba tenerte, ahora, de viejo, deseo retenerte. Pero como es imposible, y ya que por cincuenta años ha sido mutua nuestra vida, que sea también mutua nuestra muerte.

viernes, 10 de agosto de 2018

Ha llegado carta (3)

Querido Fernando:

Vivir te regala algo hermoso: experiencia. Y con ella, la sabiduría para distinguir lo que te conviene de lo que no. Soy una mujer segura de lo que quiere. Sin embargo cuando te rechacé, cuando te preferí como amigo, poco entendía a mi corazón. Por ese entonces me enamoraban los “tipos malos” y no porque me gustara el drama… O quizás sí y creía que mi amor los transformaría. 

Tu dulzura, tus halagos, esa preocupación por mi bienestar, me levantaba el ego pero no me bajaba los calzones. Tarde vine a entender lo que perdí. Hoy te amo.

Querida amiga:

Gracias, pero tengo dignidad. No pretendas confundirme: secretamente preferirás a los cabrones. Es la clase de macho que te calienta y está bien, porque el amor es también pasión. Pero vas quedándote sola, los cabrones indomables no te pescan, entonces recurres al ingenuo que asumes todavía espera por ti. Me ves un hombre tan bueno que te resulto alguien débil, sin carácter y esto te da (y te dará) pie para rechazarme y recuperarme cuando quieras. 

Tranquila: no estabas obligada a amarme en ese tiempo. Por eso yo tampoco me siento mal diciéndote que ya no te amo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Movimiento

-Todo evoluciona. No es mística, es un hecho científico: es la ley de la conservación de la materia. Lo que pasa es que cuando te vuelves consciente de ello te sorprendes, pero nunca dejas de transformarte. Cambian las estrellas y las flores. Envejeces, te rejuvenece una pasión. Lo que te encanta te desencanta después. Te contradices. Nunca eres la misma.
-Pero papá, me pide lo imposible. Yo no soy creyente.
-Ahora, ¿pero luego? Anda y consuela a tu amiga. Dile que su papá no murió para siempre. Puede que sea la respuesta que te gustaría escuchar a ti mañana. Anda.

jueves, 2 de agosto de 2018

¿Quién fue?

Una mano tapó su boca. La mujer apenas pudo reaccionar. Quiso girarse pero el hombre se lo impidió. La otra mano levantó su falda, corrió su ropa interior y de pie la penetró por atrás. La mujer se dejó embestir. Fue un encuentro violento, rápido, silencioso. Al acabar, él desapareció y ella siguió en su quehacer. Primera vez que tenía sexo en la cocina.

Sin embargo ¿quién fue? Ese fin de semana los visitó el amigo de su esposo.

Encontró la respuesta quedándose un domingo de madrugada en la cocina, también de espalda, esperando a quien sea que se aparezca.