miércoles, 31 de enero de 2024

El trapecista y la mujer-bala


Marieta, la mujer-bala, vomitó en su remolque la mitad del corazón, confirmando que renunciaría. Era infeliz y su corazón abandona lugares donde ella no es querida. Sus arcadas despertaron a Paquito, trapecista del remolque vecino. Escuchándola, lo supo: él pasó por lo mismo. Era infeliz y su corazón abandona lugares donde no confiesa sus sentimientos.

Llevando la mitad del corazón por delante, Marieta voló del cañón y atravesó la carpa. Entonces lo divisó: llevando la mitad del corazón por delante, Paquito, que había amarrado la escalera de trapecio en la Luna para darse un súper impulso, la interceptó y conectaron.

Imagen de Atrapalabras

sábado, 20 de enero de 2024

La partida de la pleyadiana


Apenas escuchaba ese acento extraño, corría hasta el mostrador del negocio de la mamá para observar a esa belleza rubia que lo idiotizó. Jomarcito, ufólogo en ciernes, la amaba empezando por su nombre: Alcyone. “No puede tener ojos más azules, ser más bondadosa, o de este mundo”, comentaba a su madre. 

Pero Alcyone estaba de paso, volvió con el ex y desapareció.

Una noche, la mamá acompañó al hijo a mirar el cielo. “A lo mejor regresó a las Pléyades”, dijo la mujer. Entonces una lágrima rodó por la mejilla del niño, coincidiendo con la caída de una estrella fugaz. 

jueves, 18 de enero de 2024

Una tarde de domingo en la plaza

Jacinto, un jubilado de 83 años, recientemente viudo, decidió leerse las cartas gratis con un tarotista que estaba sentado, como siempre, unos bancos más allá; alguien que aproximaba su edad y soledad. Sobre todo soledad, pues nunca se le acercaban clientes. No era de extrañar: el supuesto vidente las erraba todas. Pero, con tal de retener a Jacinto, su única compañía en años, el tarotista le auguraba mañanas esperanzadoras. Y Jacinto, a su vez, le desmenuzaba detalles falsos pero asombrosos sobre su vida, para que la sesión no terminara nunca. Se mentían, pero algo debían estar haciendo bien, porque sonreían. 

miércoles, 10 de enero de 2024

Soñadores compatibles

Escapando de su sofocante madriguera, un erizo, emocionado, eligió la copa de un árbol como hogar. Días después, pidió ayuda a una serpiente cercana para bajarse. “Pero te cargaré en mi hocico”, advirtió la serpiente, “¿no temes?”. “Tanto como tú si se me tensan las púas”, contragolpeó el erizo. Rieron. Descendiendo, y gracias al cuidado mutuo por no lastimarse, cupido los flechó... Pero naturalmente el instinto se impuso y la serpiente intentó deglutir al erizo; provocando, este, desplegar sus púas, escapar y subir al árbol. “¡Perdóname!”, gritó la serpiente. Y, apenada, se retiró. El erizo se quedó mirando el atardecer.

jueves, 4 de enero de 2024

Otro año

“Ya Fortunado, juguemos de nuevo. Vaya por la pelotita”. La mamá la hace rebotar en la cabeza del niño y él, que creyó dormir mucho porque cerró los ojos un poco, despierta. Con el impulso, la pelotita, rebotando, cae escalera abajo. El hijo, en pánico, intenta atraparla en el aire. Pero no alcanza. Y desde el primer escalón debe subirla de vuelta, para entregársela a la mujer que lo anima con un: “¡Sí, sí, Fortunado!”. Un año después el preadolescente, reventado, asciende los doce escalones. “Fortunado -dice la mamá- es jugar o matarse”.

Y la pelotita, rebotando, cae escalera abajo.