domingo, 29 de octubre de 2017

Dulce o travesura

Bien de madrugada, cuando el resto de los niños ya dormía, todavía se paseaba un muchachito, disfrazado de esqueleto, de puerta en puerta, en un afán insano por recolectar dulces o algo más entre los vecinos. Muchos de ellos, temerosos o indignados, no salían a atenderlo; otros, los menos, se interesaban por este actuar extraño y le recomendaban que se fuera a su casa para matar la angustia de quien estuviera esperando su regreso. Sin embargo este niño no descansaría en su deambular entre la niebla, esa noche fría, hasta que alguien, ante su pregunta “dulce o travesura”, respondiera “travesura”. 

domingo, 22 de octubre de 2017

La prisionera

Por cuarto año consecutivo le volvimos a celebrar el cumpleaños 86. La torta ardía por las velas. Pensé en voltearla, dejarla caer, y ojalá empezar un incendio y acabar con esta locura. Por suerte mi papá, antes de entrar al dormitorio de mi abuelita, me dijo: “Ahora me siento preparado”. Cuando ingresamos, la pobre vieja estaba acuclillada en un rincón, vestida de negro, como siempre. Al vernos, se arrastró hasta nosotros y, temblando, sollozó a nuestros pies. Él la levantó y la abrazó. “Ya mamá, hoy la dejo ir”. Y mi abuelita se evaporó entre los brazos de mi papá.

jueves, 19 de octubre de 2017

El rey del drama

Cuando llueve extiendo el paraguas, lo volteo y lo deposito en el patio, para que así se llene de agua. Y lo dejo inamovible, tal cual, hasta que termina el invierno. Ya en primavera, lo levanto y el agua contenida en su interior, en vez de caer de golpe, lo hace con calma, filtrada no sé cómo, como si lloviera.

Generalmente solo llueve en invierno, como si la melancolía fuese patrimonio exclusivo de esa estación. Sin embargo las cosas malas se siguen sucediendo siempre, y en momentos así, aun habiendo sol, abro mi paraguas, me empapo y me siento completo.