sábado, 11 de junio de 2022

Sí, pero...

La última vez que estuvo plenamente de acuerdo con ella, fue cuando respondió “sí, acepto”. Desde entonces (y no por darle sabor al matrimonio, crear tensión sexual o generar debate sano), el marido empezó a invalidarla por cada cosa y cosita. Porque un “sí”, un elegante “sí”, no suena complicado ni agotador.

-Nuestros hijos son preciosos.
-Sí, pero...
-La capital de Chile es Santiago.
-Sí, pero...

“¿Es por joder o de verdad no me encuentra razón?”, se preguntaba ella con angustia a perder la suya propia. Y un día:

-Tenemos que separarnos.
-Sí, pero...
-¡Perdón, vivamos juntos por siempre!