Antes de partir y asomado por la ventanilla del tren, el maquinista, con un vozarrón, sacude anímicamente a los poquísimos pasajeros del andén. Entre ellos, despabila a un adolescente, con la cabeza conectada al celular, para que aproveche para conversar con su abuelito, pues podría ser su última vez. Es que el maquinista donde pone la intuición, planta el grito: “¡Señorita pelirroja, abrace al niño! Él estira sus manitos cuando su acompañante lo toma en brazos, y usted lo ignora. Oiga, podría ser su última vez”.
Muchos entran al tren sollozando, mientras el altoparlante invita a abordarlo por última vez.
Mi aporte para El bic naranja