Como todos los domingos, nuestra diversión es tirarle piedras al tren. Nos escondemos en una fábrica abandonada y apenas escuchamos el silbido, salimos para reventar sus ventanales. Miguel grita groserías cuando hace esto. Puede que así descargue su rabia, porque su papá en la casa vive tomando y pegándole. Es mi único amigo y aunque me da miedo, no tengo a nadie más con quien pasar el rato. Ni siquiera con mi abuelo, menos ahora que está sin trabajo porque duerme más que antes y llora mucho.
Hoy amarramos un perro a las vías.
Estamos aburridos, ¿qué más podemos hacer?