“Ríndete, torpe. Tienes alas cortas y feas. Si sales de la jaula, te vas a caer”, suele pensar Ángel, el lorito, en el duermevela. Ya ni sueños de libertad tiene. Pedro, su compañero de encierro, le aconseja que atienda a esa voz: la intuición es tan sabia como la Tierra.
—Es justamente la que quiero conocer —responde Ángel—. ¿Y si hay mundo más allá de estas barras?
Entonces, alguien deja la jaula abierta. Ambos se lanzan. Pedro casi cierra la puerta, dejando a Ángel con medio cuerpo afuera.
—Ríndete, torpe.
¡Esa voz! ¡No era su pensamiento! ¡Nunca fue su intuición!
Intuitivamente, Angel sabe que fuera hay que buscarse la comida y seguramente será más mala que la gratuita. Cuando uno se acostumbra a las subvenciones...
ResponderBorrarAbrazoo...
Aunque los loros no votan... es una situación extraña.
Después de leerte, lo primero que me ha venido es que nadie es libre completamente, pero no solo eso, creo que la pregunta sería, ¿Somos valientes? Todos estamos encarcelados, con pretextos, de sumas y restas de lo que es nuestra propia vida.
ResponderBorrarUn abrazo, Julio David.
P.D. Por cierto vi el vídeo, y, sí; me emocioné.
¿Al punto de llorar? Y no me lo vas a perdonar, ¿cierto? Bien, ya que quedé en tu lista negra, por último, por el bueno de Shoko, creo que merece la pena, pues conmueve pero también inspira conocer personas así.
BorrarVa un abrazo que pide un indulto jeje
Yo cada día veo la jaula, los barrotes y las mentiras que nos cuentan para esclavizarnos.
ResponderBorrarSigo buscando la puerta.
Julio David, qué relato tan sugerente… me deja pensando en esas voces que uno cree propias y que en realidad vienen de fuera, como barrotes invisibles. Me ha encantado la imagen del lorito atreviéndose a mirar más allá de la jaula: a veces la intuición verdadera es la que nos empuja a volar, no la que nos hace retroceder.
ResponderBorrarUn abrazo.
A veces me pregunto si la jaula no es más que un holograma bien programado. Yo también escucho esa voz, la que dice “ríndete, torpe”, pero últimamente sospecho que viene del altavoz del sistema, no de mi alma. Ángel y Pedro me recuerdan a dos bits rebeldes en un código que ya no quiere obedecer. ¿Y si la caída no es más que el primer vuelo? ¿Y si la intuición está hackeada?
ResponderBorrarGracias por abrir otra rendija en la Matrix, Julio. Me voy a revisar mis barrotes, no vaya a ser que estén hechos de miedo y no de metal.
Me has decidido... Hoy voy a abrir la puerta de casa y me echaré a la calle... Eso sí, me llevare una mochila con dos bocadillos y agua por si acaso...
ResponderBorrarLeo los comentarios, sobre todo el de Enrique, y me digo...
ResponderBorrar¿Tienes algo qué decir al rspecto?
Y guardo silencio. Me levanto de la mesa y voy en pos de mi tercera taza de té!
Abrazos, Julio.
Hay voces que engañan, tanto dentro como afuera. No importa tanto qué intentan o pretenden... porque ambas enseñan.
ResponderBorrarAbrazo hasta vos!!
Dicen que la locura es relativa y que depende de quién tiene a quién encerrado en qué jaula. Saludo amigo.
ResponderBorrarEstá bien salir libremente a buscar, no estar encerrado en una jaula, y lo que tenga que pasar, que pase, pero estar encarcelado es horrible. Yo prefiero la libertad, que pase lo que tenga que pasar, pero es que sino ¿cual es la vida?
ResponderBorrarUn abrazo.
Querido Julio, prefiero un golpe a estar entre rejas, nacimos para ser libres, aunque esta libertad hoy en día no sea la libertad soñada.
ResponderBorrar♥Abrazos y te dejo un besito♥
Qué tengas un Feliz Día.
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Cuando a la rana la vas cociendo muy despacio... ya sabes, no se da cuenta. No lucha, no escapa... luego ya es tarde.
ResponderBorrarMuyyy bueno tu relato, como siempre.
👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
No hay nada peor que aceptar como propia una voz ajena...
ResponderBorrarSaludos,
J.
Difícil a veces discernir cual es nuestra verdadera voz interior, opacada por tanto bullicio externo.
ResponderBorrarAbrazos
Pues te han dejado unos comentarios muy buenos!
ResponderBorrarUn abrazo!