domingo, 14 de octubre de 2018

Las indirectas

Papá escondió mi teléfono móvil. Me dijo: “No te esclavices a las cosas”. Luego de eso, de tanto en tanto, guardaba bajo llave alguna que otra pertenencia mía; revistas, juguetes, videojuegos. Creí que solo se refería a cosas materiales, pero no. También me prohibió jugar con un amigo con el que pasaba cada tarde. “Cultiva el desapego”, respondía ante mis berrinches. Y cuando se enteró que la compañerita que me gustaba estaba enamorada de otro, me dijo: “Aprende a perder”. Poco tiempo después se separó de mi mamá. Entonces entendí, con las indirectas, que me estaba preparando para ese momento.

Otra versión

Papá escondió mi teléfono móvil. Me dijo: “No te esclavices a las cosas”. Luego de eso, de tanto en tanto, guardaba bajo llave alguna que otra pertenencia mía;  revistas, juguetes, videojuegos. Creí que solo se refería a cosas materiales, pero no. También me prohibió jugar con un amigo con el que pasaba cada tarde. “Cultiva el desapego”, respondía ante mis berrinches. Y cuando se enteró que la compañerita que me gustaba estaba enamorada de otro, me dijo: “Aprende a perder”. Poco tiempo después encontré unas maletas frente la puerta. “Hijo, ya estás viejo para que siga con las indirectas: independízate”.

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