José iba a cruzar el umbral cuando una energía amable le hizo retroceder unos pasos. Bajo la confundida mirada de la dueña de casa, volvió a intentarlo, provocando que esta fuerza, ahora no tan amigable, lo empujara. Luego, un cuchillo voló hasta frenarse justo frente al pecho del hombre. Muebles, sillas, ceniceros y otros objetos se arrastraron hacia la puerta, bloqueándole cualquier avance. Entre ellos, un cuaderno que ella reconoció suyo. No uno cualquiera. Y lo sabía. Lo tomó y hojeó hasta encontrar un poema donde, a José, lo declaraba su “enemigo”. Arrancó esa hoja. El cuchillo cayó al suelo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
El COMENTARIO ESTÁ SUJETO A MODERACIÓN