A los 73 años Marcelo se apuntó a una maratón. Por primera vez. Y llegó último, aún participando con gente de su edad. No se desanimó. Su gran error fue no haberse preparado. Entonces empezó a trotar, imponiéndose distancias más largas. Se propuso una meta de diez kilómetros mensuales. Lograba dos, tres. No se desanimó. Un año después, volvió a competir. Llegó penúltimo. No se desanimó. Redobló el entrenamiento y las técnicas. Se apodó a sí mismo “fénix”. Ni idea tenía que este deporte se le complicaría tanto. Lo único que sabía con certeza era el por qué lo hacía.
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