viernes, 14 de diciembre de 2018

No es otra Navidad cualquiera

“Tía Elvira, ¿se lavó los dientes?”. “Doña Jacinta, se depiló mal las piernas”. “Primo, veo que te superaste: tuviste un hijo más feo que tú”. De esta forma Rolando, sin aflojar la sonrisa, saludaba a cada uno en la reunión familiar. Naturalmente volvió tan desagradable su presencia, que los aludidos, que fueron muchos (ni el perro del dueño de casa se salvó) lo ignoraron. Y Rolando, en un rincón, o paseando, perdiéndose en el jardín, trago en mano, fue feliz. Ahora ninguno de esos metiches se interesará por preguntarle qué ha sido de su vida en este año de mierda.

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