“¿Usted sabía que hay tantas estrellas en esta galaxia que, si las repartiéramos, a cada persona del mundo le tocarían quince o más?”, dijo Paulita. La mamá dejó de peinarla. “¿O sea yo podría elegir quince estrellas del cielo y serían solo mías?”. “Eso dijo el profesor ayer”. Después Paulita se fue a jugar y al otro día olvidó este dato. Pero la mamá no. “Las estrellas -decía ella- las estrellas”. Nunca antes había pensado en las estrellas. ¿Con qué propósito, con qué ganas?
“Paulita, tengo una pregunta pero no le cuente a nadie: ¿el sol también es una estrella?”.
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