Pablo creció mirando al cielo. Sus padres, de pequeño, le inculcaron valores positivos. La gente en su mayoría es gentil, la naturaleza entrega más frutos que tormentas y la felicidad sucede con solo desearla.
Carolina creció mirando al suelo. Sus padres, de pequeña, la influenciaron con malas experiencias: el mundo es un lugar hostil y los esfuerzos poco y nada se ven recompensados. No hay amor, todo es interés, la humanidad te quiere comer.
Tiempo después, en el trabajo, nunca coincidieron. Se sentaban juntos pero sin verse. De haberse conocido, habrían llegado a un punto en común que los enamoraría.
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