Antes de partir y asomado por la ventanilla del tren, el maquinista, con un vozarrón, sacude anímicamente a los poquísimos pasajeros del andén. Entre ellos, despabila a un adolescente, con la cabeza conectada al celular, para que aproveche para conversar con su abuelito, pues podría ser su última vez. Es que el maquinista donde pone la intuición, planta el grito: “¡Señorita pelirroja, abrace al niño! Él estira sus manitos cuando su acompañante lo toma en brazos, y usted lo ignora. Oiga, podría ser su última vez”.
Muchos entran al tren sollozando, mientras el altoparlante invita a abordarlo por última vez.
Mi aporte para El bic naranja
Algo cotidiano puede ser algo terrible... Espanto puro...
ResponderBorrarUn abrazo, amigo
Es lo que tiene el último viaje.
ResponderBorrarUn abrazo.
Eso es un maquinista empático.
ResponderBorrarDeberían doblarle el sueldo.
Deberían existir muchos maquinistas como este, que alertaran a la gente sobre su incapacidad para atender a cosas más importantes que, de no hacerlas, podríamos arrepentirnos.
ResponderBorrarUn abrazo.
Me da que en ese andén hay un montón de comerciales de seguros de vida y no van a una convención precisamente, sino a hacer su Agosto. :-D
ResponderBorrarUn fuerte abrazo Julio David :)
Vaaaaya! creo que necesitaríamos contratar un maquinista tan buen psicólogo y súper empático como el tuyo, en cada una de nuestras vidas, para que nos pegara un berrido, cada vez que no nos enteráramos de lo que ocurre a nuestro alrededor enfrascados en nuestras cosas. Siempre puede ser la última vez, deberíamos no olvidarlo. Me ha encantado!
ResponderBorrarUn abrazo fuerte!
amo viajar en tren , es mi perdición :)))
ResponderBorrary ojalá pronto tengamos el stgo-pto montt
tu micro me ha llevado a olores y sensaciones de cuando era cabra chica y viajabamos en tren al sur a visitar a la abuela
buena semana :)
abrazo
Este maquinista tiene madera de escritor, ya se ha mlntado la pelicula de la vida de todos losque estan en el anden. En cuanto arranque, sacara el portatil y a indagar mas alla en sus vidas
ResponderBorrarAdemas tiene el tren bala reluciente como una patena.
Abrazooo
me gusta tu entrada simple y bella
ResponderBorrarPienso que sí hay gente que presiente cosas.
ResponderBorrarPor otra parte, esa última vez tantas veces es inesperada.
Abrazos
Y es que cada momento puede ser la última vez. Deberíamos vivir presentes en el presente.
ResponderBorrarAbrazo
Hola, Julio David.
ResponderBorrarQué poco valor se le dan a esas posibles últimas veces, y qué gran verdad. Necesario que de tanto en tanto se de un toque de atención. Este maquinista se merece un súper premio.
Un abrazo.
Apuesto a que es personal subcontratado y está harto. Ha decidido estrellar el tren y tiene una peculiar manera de expresarlo.
ResponderBorrarVisto así, todos los momentos pueden ser la última vez. ¡Qué miedo pensarlo!
ResponderBorrarBesos.
Cada instante puede ser el último y no nos damos cuenta .
ResponderBorrarSolo de pensarlo invita a reflexionar
Un abrazo Julio David
Puri
Absolutamente cierto, en un mundo de instantes es exactamente como lo relatas
ResponderBorrarPaz
Isaac
He tenido que volver a leerte...
ResponderBorrarAbrazo Julio.
Un micro cuento que es toda una verdad.
ResponderBorrarSaludos.
Es terrible, pero también necesario, nunca saber cuándo será la última vez de algo, o de alguien.
ResponderBorrarSaludos,
J.
Y es que hay trenes quec solo pasan una vez. Y el tren del afecto y las emociones hay que aprovecharlo. Sabio maquinista intuitivo el de este tren.
ResponderBorrarMenos mal que seguí tu pista a este otro blog, de otra manera te hubiera perdido.
Un abrazo. Ya me tienes por aquí.
Y yo que me alegro, Francisco.
BorrarUn abrazo psicológico.
Un sabio ese maquinista...
ResponderBorrarMe encantó tu micro.
👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼