La señora Adriana, profe de Lenguaje, con décadas ejerciendo su profesión, por primera vez le tocó un alumno extrañísimo que empezó a poner con k solo la palabra “Kiero” (el adolescente no es que tuviera orgulloso a la RAE, pero este error no iba con él). Entonces como era su costumbre para corregir, la maestra lo hizo escribir 100 veces “Quiero” en la pizarra. “¿Puedo anteponer el Te?”, preguntó. La docente lo aceptó como una humorada. Cuando estaba en el “Te quiero” 55, paró: “¿Es necesario que siga? Ya entendí como escribirlo”. Adriana respondió: “Y yo ya entendí como leerlo”.
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