Estaba en la cocina cuando un jarro con agua me preguntó si quería hacer pan. A su entusiasmo se sumaron la harina y la levadura. Ya hecha la masa, me dijo alegremente ella:
—Estoy lista.
Entonces, formé panes redondos y panes cuadrados. Los metí al horno. Pero al sacarlos y ponerlos juntos en la panera, empezaron a discutir:
—La perfección está en la curva —aseguraban los redondos.
—La sabiduría, en los ángulos —replicaban los cuadrados.
Únicamente estaban de acuerdo en algo: que no habían nacido de la misma masa. “Es lo más lógico”, concluyeron mientras se agrupaban según sus formas.
Tenía que haber hecho los panes en forma de pastilla roja y pastilla azul. Unas se hubieran comido a las otras y ya no hay discusión.
ResponderBorrarAbrazooo
Ooh, intriguing! ✨ A clever little metaphor for how we divide ourselves—even when we’re all made of the same cosmic stuff. Shapes, labels, differences… but deep down, maybe we’re more connected than we think. 🤔💫 Love the philosophical twist!
ResponderBorrarEs tal cual, las discusiones en muchas cosas.
ResponderBorrarUn abrazo.
Julio, este relato me ha dejado pensando en la identidad, la forma y el fondo y en cómo hasta el pan puede tener crisis existenciales.
ResponderBorrarMe recordó aquello que dijo Borges: “El hombre es un invento de la imaginación. El pan, también.” (Ok, puede que no lo haya dicho exactamente así, pero seguro lo pensó mientras desayunaba).
Gracias por este fallo en la Matrix que huele a horno y filosofía.
Muy lógica la conclusión de los panes, si lucen distintos deben tener distinta procedencia.
ResponderBorrarAbrazo!