Llevo meses cesante. No es mi culpa. Me hicieron magia negra. Las energías negativas entorpecieron mi vibración lumínica. Todo empezó cuando engañé a mi pareja. Una supuesta "amiga" conjuró en mi contra y afloró al demonio de la lujuria. Soy víctima. ¡Fui influenciado! Y con esa convicción, en el nombre de Dios, quemé su casa. Merecido lo tiene. Ella abrió un canal para que otras brujas me usaran para fines oscuros.
Ahora escapé al sur. Mi familia me entiende y me consuela: no aporto económicamente donde vivo y mi esposa, a pesar de los cuernos, me ama más que nunca.
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