Son dos. Y ambos bien conocidos por los vecinos. Fíjate, entre más mala fama se hace uno, más se le santifica al otro. Y no es para tanto, tampoco. Digamos que el buen hijo no da problemas con los vicios, aunque no dije que no tuviera ninguno. Sí, se le ve regar el jardín, barrer la calle, se le ve pasear con la mamá; lo que no quita que robe de su pensión. Y nadie se lo creería, a fin de cuentas es “el buen hijo”, ¿no? Es que es muy fácil ser buen hijo: solo consiste en ser discreto.
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