-Confiesa el pecado y te diré el castigo.
-Estrangulé a mi pareja. Ella constantemente quería dejarme. Pagué con pocos años de cárcel. Merezco que me quemen.
-¿Que te quememos? ¡Oye, no somos salvajes! Tranquilo, te voy a explicar cómo funciona todo. Siéntate aquí y mira esta tele. Cuéntame, qué ves.
-A ella y a mí persiguiendo un globo... Adivinando figuras en las nubes… Contando las estrellas… Espere, no recuerdo vivir estas cosas juntos. Últimamente solo peleábamos.
-Lo sé. Y ahí está tu castigo: mirar por siempre las imágenes de una existencia que pudiste haber llevado cuando estabas vivo pero desaprovechaste.
Otra versión
-Confiesa el pecado y te diré el castigo.
-Hundiéndome en la droga, la arrastré conmigo. Esa noche su corazón no soportó otra sobredosis de preocupación, de insomnio… Mi mamita… Sé que al otro lado me espera el fuego.
-¡Qué manía ustedes con eso! Ven, te invito, siéntate y mira esta tele. Cuéntame, qué ves.
-Me veo preparándole una torta… Ahora paseamos con un perro… La veo abrazarme y llorar de alegría… ¿Pero estas cosas las vivimos?
-No, no. Y ahí está tu castigo: mirar por siempre las imágenes de una existencia que pudiste haber llevado cuando estabas vivo pero desaprovechaste.
Otra versión
-Confiesa el pecado y te diré el castigo.
-Sinceramente, jamás le tuve rencor a nadie y a nadie hice un GRAN daño. Solo a mí: por eso me disparé. ¿Valdrá la pena hoy pasarme una eternidad en llamas? Tampoco fui TAN malo.
-¿Crees que no hay nada peor que asarte? ¿Seguro? ¿De verdad? Entonces acércate; no, yo te acerco la silla, acomódate, mira al frente y cuéntame qué ves de ti.
-Aparezco queriéndome… Y ahí también… Y ahí... Yo nunca haría semejantes tonteras y sin embargo me gusta lo que veo. Pero ya la cagué, ¿cierto?
-Sí, ya la cagaste.
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