Camilito, con seis años, toca el hombro de Gabriela, una amiga de la mamá. Ella voltea. Tartamudeando, le dice que es la mujer más linda del mundo y le pregunta si quisiera casarse con él. La aludida, con ternura, lo abraza.
Pasan 18 años. Se sucedieron otras ilusiones y decepciones. Y, también en un día de San Valentín, Camilo y Gabriela coinciden en una fiesta. Conversan. Unas copas después la mujer confiesa, riéndose, que él ha sido el único que le ha propuesto matrimonio.
-¿Y sigo pareciéndote la mujer más linda del mundo?
-Para mí, sí.
-¿Y sigo pareciéndote la mujer más linda del mundo?
-Para mí, sí.
Esa misma noche culearon.
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