viernes, 10 de julio de 2020

Primera cita

Y se rascaba el brazo. Hasta que se le cayó. Sí, se le cayó el brazo. Quizás estaba muy nerviosa la pobre. “¿No te importa que sea manca?”, me preguntó. “¿Y a ti no te importa que tenga un ojo falso?”, le respondí. Y hundí los dedos en mi cuenca y me lo saqué. Sí, me saqué el ojo. Y ya que estábamos en eso, ella se retiró sus pestañas postizas y yo mi peluca. Y nos fuimos despojando de adornos hasta que finalmente quedamos reducidos a dos niños libres, sin miedos ni complejos. Y nos empezamos a querer mejor.

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