sábado, 18 de noviembre de 2023

La receta

Jerónimo salió del consultorio masticando, con arcadas, las palabras del doctor. Las repetía  burlándose: “Más que una receta, le daré un consejo”. Y Jerónimo escudriñaba la prescripción sin entender, como es lógico en nuestro universo, lo garabateado.

Ya en la octava farmacia, Jerónimo entró dando una patada. Estrelló la receta contra el mostrador y gritó: “¡No tengo tiempo! ¡Entre ustedes siempre debería haber un lingüista, filólogo o programador! ¡Tráiganmelo para que me descifre...!”. Jerónimo se apretó el pecho y se desplomó. Un farmaceuta leyó la prescripción. Decía: “Los desamores no tienen cura. Solo el tiempo, ¡y te sobra!, te sanará”. 

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