jueves, 31 de julio de 2025

La Luz que encarna

Dagoberto, tragándose el orgullo, salió tras su padre. Sin saber cómo disculparse, solo haciéndolo. Cuando lo alcanzó con su moto, detuvo el auto. Y apenas el viejo se bajó, fue abrazado. Y la neblina empezó a disiparse.

Después, volviendo a la moto, Dagoberto encontró sobre ella a un Gris calzándose el casco: le quedaba como boina. “Abdúceme” -le pidió telepáticamente-. “Por favor, estudiemos y corrijamos nuestra naturaleza fría”. Dagoberto apenas pensó: “Más frío soy yo”.

“No. Cuando ustedes expresan virtudes universales como amor, compasión y perdón, despiertan a Dios en la materia más densa: su cuerpo... Serás, conmigo, amigablemente curioso”.

3 comentarios:

  1. El orgullo siempre resta, nos impide la oportunidad de reconciliarnos. No quiero decir que se deba perdonar todo, pero que este no nos quite la posibilidad de aproximarnos, porque muchas veces no es por terceros es a uno mismo.
    Abrazos, Julio David.

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  2. Fascina, Julio David, cómo en este relato la neblina, metáfora del enigma entre la afectividad y lo desconocido, cede espacio ante un gesto que, sin necesidad de verbo, encarna el perdón.
    La irrupción del Gris no vulnera la lógica narrativa, sino que la intensifica al deslizar lo extraterrestre hacia lo ético. Se erige aquí una dialéctica entre lo frío y lo redimido, entre el contacto cuántico y el calor humano, que torna al lector partícipe de una epifanía gravitacional. El texto no explica: oracula. Y como escribió Paul Ricoeur, "no somos más que la prolongación de las historias que nos transforman."
    Un fuerte abrazo, poeta.

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  3. Yo solo digo que si tiene una máquina como la de hscer citas de star tres, que también es capaz de hacer billetes, podría tener un poco de piedad del Gris, aunque solo sea por fomentar la convivencia entre civilizaciones.
    Abrazooo

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