Lo encontré dando vueltas entre la basura. En internet dicen que están desorientados por lo del cambio climático, porque se quedaron sin su hábitat. “Señor oso polar -le dije, no soy muy creativa- venga a mi casa”. Aquí apenas cabe pero, cariño mediante, preferimos aguantarnos la incomodidad. Además el señor oso solo pide peces. Unos treinta kilos debería comer; meta imposible para el bolsillo. Sin embargo más plata se nos va pagando la cuenta de la luz. Es que a señor oso le da por abrir la puerta del refrigerador y quedarse ahí, quieto, hasta dormirse. Quizás qué cosas soñará.
Imagen de Diana Toledano
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