viernes, 7 de septiembre de 2018

¡PLOP!

Es más baja que yo, por lo que cuando se coloca de espalda se para en puntillas: solo así logra acomodar su trasero contra mi paquete. Lo menea circularmente, mientras yo me voy endureciendo. Esto la humedece y se nota. Lo confirma su entrepierna caliente cuando se la manoseo. Y los pasajeros del metro, como avestruces, con las cabezas enterradas en sus teléfonos.

Un mes llevamos en este idilio cada vez que coincidimos en la estación. Sin mediar palabras, sin siquiera conocernos.

Hoy nació algo diferente: a su oído susurré “te quiero”. Ella se giró, me cacheteó y gritó “¡¡¡insolente!!!”.

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