¿El amigo?
Oye, silenciosa, desnuda tus palabras. Ventílalas, aséalas. Prepara una fiesta de sonidos y estribillos. ¿Por qué callas? ¿Qué puñetazo o la sombra de qué dedo, qué grito reprimido te cierra la boca? ¿Qué te hice? Palabras más feas escupimos cada día: rencores, modas, tonteras. Tú ni con tu mudez me hablas. Pero habla por ti la risa de un niño y una llave que, ilusionada, sigue preguntando por tu puerta. A todas estas cosas yo les digo “tengan fe, paciencia”, mientras me desarmo y rearmo cada vez peor en la espera. No entiendo tu silencio. Abre ese ataúd y explícame.
¿La amiga?
Sobre mi silencio, polillas revolotean una luna atascada en mi garganta. Mi boca es una casa habitada por palabras nocturnas. Ni adentrando la mano hasta el ombligo podría extraer alguna luminosa, reconfortante. Solo mis pies han sabido expresar lo que deseo. Ellos avanzan a una velocidad bendita: mientras tú vienes atrás haciéndome preguntas, yo, adelante y en otro camino, llevo conmigo las respuestas que no compartiré con nadie. Perdida, olvidada, renovada, para que cuando aceche el pasado con sus cuchillos, no me deje convencer por su roce erótico antes de reabrir esa costra que también (aunque injustamente) lleva tu nombre.
Canción "She runs away" - Duncan Sheik
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