-No quiero entrar al Reino de los Cielos. No es justo que me haya muerto primero. El dictador que me mandó a fusilar lleva treinta años en el poder. O quizás sean tres pero parecen trescientos. Y ahí sigue, impune, disfrutando de todos los placeres conocidos.
-Se me conoce por decir la verdad: la gente como tú, buena, no me importa. Todos mis esfuerzos están centrados para que los malos se vuelvan buenos. Me desvelo por los malos y los acompaño y les alargo, muchísimo, la vida, hasta que aprendan una lección.
-¿Sabe?, usted es malo.
-Por eso soy eterno.
martes, 16 de marzo de 2021
Hierba mala nunca muere
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