miércoles, 10 de enero de 2024

Soñadores compatibles

Escapando de su sofocante madriguera, un erizo, emocionado, eligió la copa de un árbol como hogar. Días después, pidió ayuda a una serpiente cercana para bajarse. “Pero te cargaré en mi hocico”, advirtió la serpiente, “¿no temes?”. “Tanto como tú si se me tensan las púas”, contragolpeó el erizo. Rieron. Descendiendo, y gracias al cuidado mutuo por no lastimarse, cupido los flechó... Pero naturalmente el instinto se impuso y la serpiente intentó deglutir al erizo; provocando, este, desplegar sus púas, escapar y subir al árbol. “¡Perdóname!”, gritó la serpiente. Y, apenada, se retiró. El erizo se quedó mirando el atardecer.

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