Entro caja al 2025. Fuimos una sola arma por tanto, que desapegarnos fue tocar suelo y pisar mal.
La respuesta es simple: la gata, guiada por nuestra estrella solitaria, transitó por la última cata, el último corralón, y partió a acurrucarse al regazo de Hércules. El mañana sutura talleres que la asientan.
Más que proyecto de vida, ella era la vida en mi día a día. De magullada y al teléfono su amortiguador, mis brumas malas, el amenazar, las gracias.
¿Entro caja al 2025? Pues decreto recuperarme de eso, mientras escribo esto a la tuna como antes a mi galleta.