“¡Me quiero morir!” Por primera vez se lo dijo en voz alta. Además, rabiosa. Tanto, que se asustó, aunque cuando lo piensa es valiente repitiéndoselo. Joven todavía para tener Alzheimer, pero sola si acaso hubiese duendes haciéndole jugarretas. ¡No, qué va! Lo único cierto es que el servicio y la loza habían desaparecido. Fue al living. También los muebles. No había nada para nadie, como si ella tampoco estuviera. “Pero hoy no”, dijo calmada, entendiéndolo. “De hecho, me quiero dar un gustito. Me lo merezco. Comer carne asada, por ejemplo”. En su mano se materializó un cuchillo y un tenedor.
Ayer escribí aquí algo, pero se ve que la rabia de ella se lo ha comido...
ResponderBorrarAbrazo asustado
Ildefonso, amigo. Algunos de tus comentarios en ciertos blogs, el mío incuido, se van al Spam de manera automática!
BorrarAbrazo.
Sorprendente la posibilidad de tener justo lo necesario en el momento preciso.
ResponderBorrarUn abrazo.
El cerebro tiene vida propia.
ResponderBorrarCreemos controlarlo pero no....
Saludos.
Esperemos que no sea la última cena. El Alzheimer quizas da para materializar cubiertos, pero ¿el asado? Mientras funcione lo ee los deseos , eso que se llevará.
ResponderBorrarAbrazooo
el cerebro y sus enlaces químicos son de otro mundo
ResponderBorrarbuena semana :)
Verbalizar los pensamientos puede ser peligroso a veces.
ResponderBorrarUn abrazo
De afanes vivimos, de deseos nos colmamos y de deseos suplimos necesidades. Saludos.
ResponderBorrarCreo q ya te había comentado , pero no importa , lo intento otra vez..A mí me sugiere algo muy terrible, como que lo q va a comerse es un trozo de su propio cuerpo asado ..lo q no sé es si se cortará el pedazo antes y luego lo asa o la carne la asa directamente ...¿Me está quedando un comentario muy macabro verdad ? Sorry. .. un besito para compensar ; )
ResponderBorrarTremendo... Todo desaparece con esa terrible enfermedad. Quizá algún atisbo de luz la salva momentáneamente...
ResponderBorrarMuy bueno👏👏👏