En su sueño se bajó la mascarilla hasta la barbilla, pero abajo llevaba otra. Se retiró las dos, pero abajo llevaba otra. Alguien al lado se asustó. Él lo miró de vuelta como diciéndole ¡no se meta! y se arrancó con prisa la mascarilla, pero abajo llevaba otra. Más gente a su alrededor se asustaba. Ahora les devolvió la mirada como diciéndoles ¡ayúdenme!, y abajo, como cosida a su piel, llevaba otra. Ya le dolía apartárselas. Gritó, y con su grito despertó. Se tocó la cara. Se palpó, se aseguró. Y ahí estaba: dormía con una sola mascarilla. Suspiró aliviado.
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