“Ya niños, es Halloween, pórtense mal y pásenlo bien”. Al poco rato de salir, mi hijo volvió corriendo junto a sus amigos. “Mamá -me dijo- la señora Marta dice que si le llevamos un gato, ella nos va a regalar un kilo de dulces”. “¿Un gato? ¿Y para qué?”. “No sé, pero Gonzalo le llevó uno y salió de su casa con una bolsa”. Sospechando lo peor, les ordené a que me esperaran y partí en busca de mi amiga. En el camino recogí un gato callejero. “Tonta -le dije- tienes que ser más discreta”. Y le pasé el felino.
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