Esta familia fea despertaba compasión: eran los del techo destartalado, la jauría, el jardín seco, los de los cachivaches rescatados de la basura. Insólitamente, su barrio, (correcto pero aburrido, excepto por el griterío de esta familia fea a quienes creían locos), atrajo a turistas ávidos por pagar, documentar y romantizar realidades pintorescas. Así, la Directiva de Vecinos engordó sus arcas. Poco les duró: las visitas fueron disminuyendo, pues esta familia fea empezó a sanar por dentro y por fuera, plantando, primeramente, narcisos en su antejardín. Ahora, los vecinos que antes los compadecían, son familias feas tentadas a romperles esas flores.
Hola Julio David,
ResponderBorrarDa miedo pensar que al final todos terminamos formando parte del rebaño, que perdemos la identidad y somos replicas de otros en esta sociedad, cuando lo bonito, es la diferencia e individualidad que cada uno despierta al otro.
Sinceramente, espero que se muden ;)
Siento mucho lo que te ha pasado con el blog.
Un abrazo fuerte.
Holi, muchas gracias por dejarme ese avisito en mi blog, por acá estaré querido master!
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