En Afar, Etiopía, donde la sed mata, una modesta organización humanitaria (con más entusiasmo que planificación), instaló una tienda para repartir botellas de agua a los pobladores, entre ellos Solomon. Él, como pudo, pasó al frente entre gente agolpada, enrabiada, pidiendo, exigiendo, arrebatando envases. Cuando la coordinadora les informó que alcanzaron el límite del día, los reclamos pasaron a ser amenazas. Muchos se retiraron ofendidos, pero Solomon, no. Con las manos vacías y la boca seca, dijo: “Gracias por regalarnos agua”. La coordinadora asintió. Tomó cuatro botellas de la reserva del equipo y, entregándoselas, dijo: “Ten una por cada palabra”.
Ya lo dice el refrán: es de bien nacido ser agradecido.
ResponderBorrarUn abrazo.
Es q el respeto y el ser agradecidos , siempre tiene premio ...bueno, no...no siempre , pero debería tenerlo ! Es precioso el ingenio q te sale en palabras con regusto a tierno, sabe delicioso ; ) Mil gracias y un beso JD
ResponderBorrarSomos dueños de las palabras que pronunciamos y su poder edifica o hunde. Es precioso tu cuento breve.
ResponderBorrarAbrazos
Es precioso. Besos
ResponderBorrarCada quien elige entre salvarse o condenarse. Saludos.
ResponderBorrarPrimero da las gracias y luego pide.
ResponderBorrarUn abrazo.
...y pensar que la realidad es más cruda
ResponderBorrarTu micro creo es un bálsamo para tiempos donde por la tele dan por inminente la tercera guerra m
Abracitos 🤗
Hermoso texto, lo has escrito bastante bien
ResponderBorrarPaz
Isaac
Qué hermoso recibir relatos que nos conmueven, que nos hacen alentar esperanzas en un mundo convulso y guerrero donde pareciera que la guerra, la insolidaridad y el odio siempre ganan, incluso en actos como los que señalas amigo Julio David. Gracias por esas percepciones humanas tan maravillosas que el humano también tiene.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo y muy buen domingo. ¡Ah, y agradecido por tu paso por mi blog!
Hola, Julio. Cuando se trabaja de cara al público no se puede ser tan sentido como la coordinadora. Y más cuando el elemento en cuestión es agua; casi nada. Habría que ver a la coordinadora muerta de sed haciendo cola para pillar su botella de agua, a ver qué tal. Sé de lo que hablo, y no porque haya pasado sed, precisamente.
ResponderBorrarSiempre el poder de las palabras. Palabras de agradecimiento aún a pesar de no recibir. Justa recompensa y un buen final del relato.
ResponderBorrarAbrazo, Julio
Es muy llamativo ver cómo los problemas de agua y hambre en África no existían, al menos no a los niveles actuales, antes de la Colonización europea sino que comenzaron luego de la descolonización...
ResponderBorrarSaludos,
J.
Es de bien nacidos ser agradecidos.
ResponderBorrarY además tiene recompensa.
Es la magia de la palabra, que mueve el mundo...
ResponderBorrarUn abrazo, amigo
Hola, Julio David.
ResponderBorrarHay humanidad en tus letras, y no por el suceso que relatas, que es para llorar, sino por el personaje creado, Solomon es digno. De aquellos que aún en la pérdida del todo, sigue conservando bondad. Es admirable. Un relato que produce una terrible congoja ante la injusticia, y te hace ver que estando en nuestra propia comodidad, a menudo andamos o nos hacemos los ciegos, pero si algo bello tiene, es que te quedas con ese gracias.
Un fuerte abrazo.
Su amabilidad y gratitud tuvieron recompensa.
ResponderBorrarAbrazo
Impecable, amigo.
ResponderBorrarAbrazo!!
Querido Julio, ser agradecidos abre puertas, y al final tenés tu recompensa.
ResponderBorrarMe encantó leerte, precioso micro relato
Abrazos y te dejo un besito, que tengas un feliz dia mi querido amigo
Y aún le dieron otra cuando dijo "gracias". Cuando uno se empeña, es capaz de sacar hasta de donde no hay.
ResponderBorrarUn abrazo.
Me encanta! Muy buena lección. Bravo!
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