jueves, 20 de junio de 2024

Una historia diferente

Descansando del peso del mundo (curioso, porque pesa más lo que no tengo, lo perdido) una abuelita se sentó a mi lado en el banco de la plaza. “Hijo, para aligerarte, tienes que escribir. Pon de cabeza el abismo, echa afuera y que caiga lo que tenga que salir”. “Ya agoté todas las historias”, respondí. Entonces, me pasó cuaderno y lápiz, y me pidió seguirla a casa. Por el trayecto, que no conocía, mi mente vagaba entre preocupada e ida: no iba pendiente de nada. Nomás quería llegar. Al hacerlo, me preguntó cuántas historias se me ocurrieron por el camino.

8 comentarios:

  1. Hay muchas, y no dependen de cuan largo sea el camino.

    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  2. jajjaa.
    El que algo quiere, algo le cuesta.
    Firma: la abuela parabólica

    ResponderBorrar
  3. Pues sí, ya lo dijo Machado: se hace camino al andar. Y de paso, aparecen las ideas.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  4. Una abuelita llamada inspiración.
    Abrazo

    ResponderBorrar
  5. Hola, Julio David.
    Es verdad, escribir libera, concede un grandioso privilegio y es que nos permite expulsar todo aquello que a veces no sabemos expresar con la voz, uno después se queda depurado. La palabra tiene el poder de sanarnos.
    Muy sabia la abuelita, :)
    Un abrazo, y feliz fin de semana.

    ResponderBorrar
  6. Esa abuelita era muy sabia.

    ResponderBorrar
  7. Las historias surgen por el camino. La abuelita tenía razón, pero él no lo supo ver.

    Me ha encantado cómo lo has contado.
    😘😘

    ResponderBorrar
  8. Mientras vivas las historias que te surgen son inagotables, como esta, que sólo describe un encuentro pero de lo más profundo ¡ vaya con la abuelita! ; ) Abrazo fuerte!

    ResponderBorrar

El COMENTARIO ESTÁ SUJETO A MODERACIÓN