Este tarotista, con años de circo, o sea, llevado a sus ideas, observaba esas cartas, Reina de Oros y As de Oros, que su clienta, a todas luces, las intuía brillantes. Pero el tarotista las juzgaba una equivocación: ¿Cómo esta mujer, tan mal de salud, tenía sellado en su destino sobrevivir? “Le irá bien”, respondió mintiendo. Sin embargo, para demostrarse que no estaba equivocado, empezó a seguirla a escondidas por semanas, esperándola a la salida del hospital.
El día en que ella, por primera vez, abandonó el recinto riendo como nunca, el tarotista lo entendió: las cartas no se equivocan.
Un tarotista con dudas...
ResponderBorrarAhora ya no debe tener ninguna.
Las cartas, a veces aciertan y otras se equivocan. Cada cual quiere ver en ellas lo que le interesa. Aun así, nunca he querido que me tiraran las cartas ni me leyeran las manos, por si acaso.
ResponderBorrarUn abrazo.
Esto del Tarot tiene su misterio... Siempre y cuando quien las "interprete" no sea un fraude!
ResponderBorrarPor experiencia propia, hace unos 40 años, y por cierta situción concreta, acudí a uno. "Acertó" ciertas cosas... Alguna relevante.
Algunas experiencias de otras personas, también lo fueron.
¡Aquí lo dejo!
Hoy, evidentemente, no recurriría a las cartas.
Abrazo Julio.
Hay que creer o reventar! :D
ResponderBorrarVaya peligro!!
ResponderBorrarUn creyente incredulo.
Aún podría matarla y hacerse descreido.
Abrazoo
Se le fueron las dudas.
ResponderBorrarUn abrazo.
Las cartas nunca mienten, las personas siempre.
ResponderBorrarSaludos,
J.
Hola, Julio. Te respondo por aquí a tu último comentario en mi blog, porque me ha dejado un poco preocupado. La verdad es que tengo un listado de blogs a los que sigo y no he quitado ninguno desde hace tiempo. Recuerdo que cambiaste tu blog hace unos meses y he observado que desde entonces no recibo aviso de tus publicaciones. Además cambié la dirección a la nueva, por lo que sigo deduciendo (ya me ha pasado alguna otra vez) que con los nuevos blogs incorporados no funciona correctamente.
ResponderBorrarTrataré de acordarme de que tengo ese problema con tu blog, pero si alguna vez se me olvida puedes tener por seguro no tengo ningún problema contigo, sino todo lo contrario. En cualquier caso, no me gustaría que, si entras a mi blog, sea por "camaradería bloguera", sino porque te apetezca.
Un abrazo.
Copiado, Macondo. Y me alegra un montón tenerte otra vez por aquí, que hayas encontrado el camino de vuelta.
BorrarUn abrazo psicológico.
Un tarotista que duda de su disciplina debe, por fuerza, practicar el fraude inmobiliario y no volver a echar las cartas.
ResponderBorrarjajaja nunca he sido nada creyente de las cartas, ni de las adivinaciones .. tampoco de las conspiraciones, aunque no dudo que las haya ( me dejaste sonriendo con tus ocurrencias en el blog.. mil gracias, mira que si es verdad que estamos rodeados de especímenes raros jajaja ) al menos tendríamos una disculpa cuando parece que campa a sus anchas la maldad : ) La vida siempre resulta sorprendente, lo que menos imaginamos, de pronto sucede .. hasta los desahuciados se curan : ) Un abrazo fuerte, JULIO DAVID!!
ResponderBorrarNada confiable el tarotísta y sus cartas sin certificado de buena fe. Salud.
ResponderBorrarHola, Julio David.
ResponderBorrarLas cartas no se equivocarán, pero me parece que la verdadera profesión es la detective o peor, qué desenlace más obsesivo. Un poquito de miedo sí que da.
Un abrazo.
Jajaja, irónico que el tarotista no creía en el tarot! Tuvo que constatarlo!
ResponderBorrarUn abrazo!
Ojalá las.personas que dicen ser adivinos tarotistas o iluminados muestren los números del Kino
ResponderBorrarBuena jornada 👍😁
El taorista nunca creyó en la adivinación, pero le daba pasta y se servía de ello. De ahí su sorpresa frente a lo que estaba escrito en las cartas.
ResponderBorrarBuenísimo 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼