Izan, en un restorantucho, parecía estar solo. No miraba reloj ni celular, solo sus puños cerrados sobre la mesa. Al llegar Darío, su acompañante, siguió en lo mismo, aunque sonrió. Era raro ver a Darío usando lentes oscuros, siendo miope, pero no hablaron de eso. Como tampoco cuando Darío, reacomodándose en el asiento, se quejaba adolorido. No se veían desde hace cuarenta días, cuando Izan fue condenado por violencia intrafamiliar. Y sobre eso Izan sí quería hablar, pero... “Tranquilo”, dijo Darío, posando su mano sobre las de él, haciendo que Izan, finalmente, lo mirara con ojos llorosos. “Te perdono, hermano”.
El perdón lo es todo.
ResponderBorrarUn abrazo.
Es q ¿sabes lo q les ocurre a los maltratadores? Llevan la ira dentro permanentemente, a la menor frustración/contratiempo se les dispara , por eso pienso q este problema jamás se solucionará en los juzgados , ni con leyes ..se soluciona en la consulta del psiquiatra/psicólogo con tratamiento ...pobrecito Darío y además de noble ...! qué valiente!...tiene a una bomba de relojería al lado ;) Un beso !
ResponderBorrarCon perdón, todo se puede arreglar...
ResponderBorrarUn abrazo.
Intra familia
ResponderBorrarocurren las mejores telenovelas,
humanos y celos ,
amores al voleo
Buena jornada 👍😊
Lo que sucedió no lo sé... pero en cada familia hay historias que se pudren bajo las alfombras de un silencio vergonzoso.
ResponderBorrarPerdonar no es fácil a veces.
Ojalá ese perdón lo ilumine!
ResponderBorrarUn abrazo :)
Es durísimo. Besos
ResponderBorrarCuarenta días después seguía dolorido y sin embargo le perdona. Ojalá merezca su perdón y no vuelva a hacerle daño.
ResponderBorrarTremendo relato. Muy bueno.
Solo por eso Darío tiene reservada una plaza en el cielo.
ResponderBorrarDuro momento, aún más duro que el momento que derivó en éste reencuentro...
ResponderBorrarAbrazo, amigo, hasta vos.
Querido amigo, perdonar de corazón sin rencores futuros es de un grande, hay veces que cuesta pedir perdón, pero es un acto de amor.
ResponderBorrarAbrazos y te dejo un besito, que tengas un gran día
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Cuarenta días después llegó el perdón, y como tal es de agradecer.
ResponderBorrarTriste encuentro y aún mas triste el origen del mismo.
Un abrazo Julio David
Puri
Curiosamente uno de mis hijos se llama Izan...
ResponderBorrarQué bueno es saber perdonar, Julio David. Y qué bueno leer tus microrrelatos llenos de buen hacer, con soltura y profundidad tan difíciles de conseguir en tan pocas líneas. Breve, directo, seguro... Me gustó.
Un fuerte abrazo,
Perdonar y perdonarnos... Gran tarea
ResponderBorrarPaz
Isaac
Dario tiene buen corazón, ojalá Izan aprecie ese perdón y logre enmendarse.
ResponderBorrarAbrazo
El perdón es el elemento reaparador en cualquier situación.
ResponderBorrarEmpezando por uno mismo.
Abrazo Julio.
Buen micro, amigo, que nos hace pensar.
ResponderBorrarUn abrazo.
Ojalá la nobleza de alma de Darío sirva de resorte pacificador en Izan...
ResponderBorrarMagníficos tus relatos, Julio David
Después de "Te perdono, hermano" falta una interjección de cinco letras: Adiós.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo, Julio David. Me ha encantado el micro :)
Izan pide perdón, Darío lo acepta. El daño está hecho, quedan huellas. Heridas, dolores que no se borran, con todo y que sean hermanos.
ResponderBorrarMira tú, que había entendido que el Darío era el malo y desde su altar perdonaba al bueno. Mi intelecto anda en crisis.
Beso Julio David