Ilusionado, le dedicó un microrrelato fantástico sobre viajes, búsquedas y guerras. Travesía dolorosa pero romántica que trae recompensa, una moraleja que eduque, los deslumbre por siempre. A las puertas del castillo, la salva del dragón que la custodia, rompe todos los hechizos habidos y por haber, y se casan. Le manda el texto por correo. Ella responde: “Muchas gracias, pero soy una mujer empoderada y no necesito el rescate de nadie, yo puedo sola”.
Años después, al rememorar lo escrito, ella cierra los ojos y llora porque cree perdida su oportunidad. Él también llora, porque no cree tener ninguna esperanza.
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