jueves, 17 de octubre de 2024

La cuerda blanca poseída


Donato, mi hermanito, se sabía un gran curioso por la vida, ardiente aventurero, hasta que encontró una cuerda blanca que lo obsesionó.

El absurdo máximo llegó cuando la amarró a una viga y se lanzó como en bungee sobre la mesa. Boca abajo, arrasó con toda la comida. “¡Me siento vivo! ¡Quiero más!”, gritó. Emputecido, me subí a desamarrarlo. Mis papás se unieron. Donato nos insultaba pero, pronto, viendo nuestra frustración, él mismo aflojó el nudo y cayó. Incorporándose, saliva proveniente de arriba se posó en su boca. Entonces alzamos la vista: un hombre, ahorcado, colgaba de la misma cuerda.

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